Hace tiempo, mucho tiempo, que queríamos volver a Ecuador. Fue un punto fatídico en nuestra primera vuelta al mundo. Allí se conjugó toda la mala suerte que, paradójicamente, nunca suele hacer acto de presencia en nuestros viajes.
En Quito, y en apenas diez días, nos robaron dos veces, una de ellas nuestro ordenador. La policía nos estafó, presenciamos el atraco de un viajero, oímos disparos en la calle... y para colmo, vivimos un terremoto. Huimos de aquel país tan pronto vimos que el devenir de cada día acababa con un suceso desagradable.
Con el tiempo, comprobamos que nos habíamos quedado con un nefasto recuerdo de aquel país. Y sabíamos que era injusto.
Lo que también sabíamos era que debíamos volver tarde o temprano, para intentar borrar ese mal recuerdo y darle al lugar una segunda oportunidad. Por eso teníamos ganas de volver a Ecuador después de 7 años.
Lastimosamente nuestra estancia no podía ser muy larga, pues nos urgía llegar a Colombia, de donde salía nuestro avión rumbo a casa. Nuestra tercera vuelta al mundo estaba llegando a su fin.
Llegamos a Guayaquil a la expectativa, y por qué no decirlo, con cierta inquietud porque teníamos la imperiosa necesidad de sentirnos seguros desde el primer momento. Pero lo cierto es que nos sentimos bien desde el principio, y nuestros temores se disiparon fugazmente.
Salimos a pasear por las calles, y acabamos en un curioso parque del centro de la ciudad que estaba lleno de iguanas en libertad. Fue divertido estar en aquel parque... pero siempre que vemos animales que están fuera de su hábitat natural (y por descontado el centro de una gran ciudad no es el mejor sitio para estos animales) nos invade una sensación de profunda injusticia.
De Guayaquil recordaremos también el paseo que dimos por el Malecón 2000, el paseo marítimo de la ciudad. Justo al final de ese paseo, fuimos a parar a un cerro donde está el barrio de las Peñas, un lugar con un pasado reciente muy humilde que el ayuntamiento está intentando potenciar de cara al turismo.
Al bajar del cerro empezó a anochecer. En cualquier otra ciudad hubiéramos paseado tranquilamente, buscando un lugar donde cenar. Pero aquel día no queríamos correr ningún tipo de riesgo, por mínimo que fuera, porque bajo ningún concepto queríamos dar la mínima oportunidad a que la mala suerte apareciera.
Ecuador no merecía que no pudiéramos borrar la mala imagen que nos había quedado, y nosotros no merecíamos no poder disfrutar de un país esplendoroso.
En el Parque Seminario, más conocido como PArque de las Iguanas
Fuente:http://lavueltaalmundo.net/viajar/Ecuador/blog/guayaquil-ecuador-viaje-mochilero
En Quito, y en apenas diez días, nos robaron dos veces, una de ellas nuestro ordenador. La policía nos estafó, presenciamos el atraco de un viajero, oímos disparos en la calle... y para colmo, vivimos un terremoto. Huimos de aquel país tan pronto vimos que el devenir de cada día acababa con un suceso desagradable.
Con el tiempo, comprobamos que nos habíamos quedado con un nefasto recuerdo de aquel país. Y sabíamos que era injusto.
Lo que también sabíamos era que debíamos volver tarde o temprano, para intentar borrar ese mal recuerdo y darle al lugar una segunda oportunidad. Por eso teníamos ganas de volver a Ecuador después de 7 años.
Lastimosamente nuestra estancia no podía ser muy larga, pues nos urgía llegar a Colombia, de donde salía nuestro avión rumbo a casa. Nuestra tercera vuelta al mundo estaba llegando a su fin.
Llegamos a Guayaquil a la expectativa, y por qué no decirlo, con cierta inquietud porque teníamos la imperiosa necesidad de sentirnos seguros desde el primer momento. Pero lo cierto es que nos sentimos bien desde el principio, y nuestros temores se disiparon fugazmente.
Salimos a pasear por las calles, y acabamos en un curioso parque del centro de la ciudad que estaba lleno de iguanas en libertad. Fue divertido estar en aquel parque... pero siempre que vemos animales que están fuera de su hábitat natural (y por descontado el centro de una gran ciudad no es el mejor sitio para estos animales) nos invade una sensación de profunda injusticia.
De Guayaquil recordaremos también el paseo que dimos por el Malecón 2000, el paseo marítimo de la ciudad. Justo al final de ese paseo, fuimos a parar a un cerro donde está el barrio de las Peñas, un lugar con un pasado reciente muy humilde que el ayuntamiento está intentando potenciar de cara al turismo.
Al bajar del cerro empezó a anochecer. En cualquier otra ciudad hubiéramos paseado tranquilamente, buscando un lugar donde cenar. Pero aquel día no queríamos correr ningún tipo de riesgo, por mínimo que fuera, porque bajo ningún concepto queríamos dar la mínima oportunidad a que la mala suerte apareciera.
Ecuador no merecía que no pudiéramos borrar la mala imagen que nos había quedado, y nosotros no merecíamos no poder disfrutar de un país esplendoroso.
En el Parque Seminario, más conocido como PArque de las Iguanas
Las iguanas campan a sus anchas
Iguana de color muy vivo
El parque de las Iguanas está en pleno centro de la ciudad
Las iguanas hacen suyo el Parque Seminario
Monumento en el centro de Ecuador
Al fondo, la catedral Metropolitana
Calles del barrio deLas Peñas
Vista desde el barrio de Las Peñas
Vista de una parte de la ciudad de Guayaquil
El Malecón 2000
Fuente:http://lavueltaalmundo.net/viajar/Ecuador/blog/guayaquil-ecuador-viaje-mochilero