Parque Itchimbia |
El Parque ocupa la cima y las laderas de la loma del Itchimbía, está rodeado de barrios tradicionales como el Dorado, La Tola y San Blas. Es un mirador único que ofrece una vista de 360º de Quito y su entorno. Si el cielo está despejado se puede divisar la ciudad, los valles de Turubamba y de Tumbaco, el Pichincha, el Cayambe, el Antisana, el Atacazo, El corazón y los Illinizas.
El Itchimbía es un lugar histórico: loma consagrada al sol y la luna por nuestros ancestros; observatorio y centro de la sabiduría andina; conocida como “La Botica de Quito”, por sus hierbas medicinales.
Dirección
José María Aguirre N4-108 y Concepción (barrios El Dorado / La Tola).
José María Aguirre N4-108 y Concepción (barrios El Dorado / La Tola).
Fecha de Inauguración
El Centro Cultural Itchimbía abrió sus puertas el sábado 31 de julio del 2.004, con la exposición arqueológica El Señor de Sipán.
El Centro Cultural Itchimbía abrió sus puertas el sábado 31 de julio del 2.004, con la exposición arqueológica El Señor de Sipán.
Extensión
Tiene una extensión de 54 hectáreas.
Tiene una extensión de 54 hectáreas.
Biodiversidad
La loma del Itchimbía es una extensa área verde, rica en especies nativas, la misma que por su ubicación y topografía es un espectacular mirador.
La loma del Itchimbía es una extensa área verde, rica en especies nativas, la misma que por su ubicación y topografía es un espectacular mirador.
Con una superficie de 54 hectáreas, de las cuales más de treinta están compuestas de chaparro, se encuentran aproximadamente 400 variedades de flores, 40 especies de aves y una hectárea de humedal, riquezas que la convierten en un lugar interesante.
Atractivos
• El parque es considerado un mirador natural por la amplia visibilidad que tiene de la ciudad, en sus cuatro puntos cardinales. En el terreno de la cima existe una construcción de principios del siglo, la casa hacienda Piedrahita.
• El parque es considerado un mirador natural por la amplia visibilidad que tiene de la ciudad, en sus cuatro puntos cardinales. En el terreno de la cima existe una construcción de principios del siglo, la casa hacienda Piedrahita.
• El Centro Cultural, con un área de construcción de 3.135 metros cuadrados, cuenta con salones para conferencias, instalaciones de última tecnología, luces robóticas, circuito cerrado de televisión, visor panorámico, temperatura controlada al interior, y una acústica que garantiza la calidad del sonido.
La edificación está reforzada con vidrio de 10 y 12 milímetros en paredes y ventanales.
• El Itchimbía es un parque incluyente, en donde niños, jóvenes y adultos pueden vivenciar de manera practica la tolerancia, la solidaridad, la discriminación positiva y el respeto al ambiente. Niños, mujeres embarazadas, personas discapacitadas y adultos de la tercera edad tienen un trato preferencial. Es un espacio con servicios de calidad para todos, seguro, limpio y saludable.
• El Itchimbía es un espacio de enseñanza y aprendizaje, en donde todos sus elementos y actividades tienen un sentido demostrativo y pedagógico, orientado a enriquecer la experiencia de los visitantes del Parque, especialmente en temas ambientales y de desarrollo urbano.
El proceso educativo del parque, se apoya en la realización de un conjunto de actividades como: visitas guiadas, siembra de especies nativas, trabajos de campo, cursos, seminarios, talleres conferencias, observaciones y más.
• Espacios Recreativos: cuenta con varios módulos de juegos infantiles, vía de trote, ciclovía, senderos por el bosque, quebradas y áreas verdes, explanada para eventos masivos (Gran Plaza), canchas de fútbol, básquet y vóley, asaderos, miradores.
En el Parque Itchimbía se realizan de manera permanente ferias de salud, comidas típicas y artesanías, encuentros y festivales de juegos tradicionales, conciertos, presentaciones de teatro, títeres, música baile, danza, fotografía, manualidades y otros.
Historia
El Itchimbía, conjuntamente con las colinas de El Panecillo, El Placer y San Juan, delimitaban el espacio de la ciudad española de San Francisco de Quito, fundada en 1534.
El Itchimbía, conjuntamente con las colinas de El Panecillo, El Placer y San Juan, delimitaban el espacio de la ciudad española de San Francisco de Quito, fundada en 1534.
Los conquistadores la utilizaron como uno de sus campos de cacería y entrenamiento lúdico militar, quizás contrarrestando la función sagrada que, tanto los Incas como sus predecesores Quitu-Caras, habían dado a esta alargada colina, por la cual el Dios Sol se asomaba resplandeciente cada día.
En la segunda década del siglo pasado, el eminente arqueólogo Jacinto Jijón y Caamaño realizó algunos sondeos arqueológicos en el Itchimbía. En sus informes de campo describió el hallazgo de material cultural de filiación preincaica, destacándose la presencia de una tumba con un rico ajuar funerario: una vasija trípode de amplio gollete con ocho narigueras, dos de las cuales son de oro y las otras de cobre, un par de aretes en una fina lámina de oro y un collar, además de los cascabeles de cobre. Debido a las características y riqueza de este ajuar, Jijón y Caamaño determinó que se trataba de una ocupación anterior a la conquista Inca y que los objetos encontrados son del tipo antioqueño o quimbaya.
Aquellos datos tempranos conviene añadir los vestigios descubiertos por el FONSAL en 1997, año en el que se comienza a pensar en un proyecto que haga del Itchimbía uno de los parques y centros culturales más importantes de la ciudad de Quito. Concretamente en el lado noreste de la cima se localizó una ofrenda a 72 cm b/s, conformada por una olla trípode incompleta con restos de hollín en el exterior, una olla globular asimétrica con base anular y dos compoteras, una de las cuales aparece decorada con apliques a manera de botones. Por sus rasgos característicos esta ofrenda funeraria (1250 d.C.-1534 d.C.) es interpretada como material del período de Integración; concordando así con el diagnóstico anterior.
Esta hermosa elevación fue, un espacio sagrado de especial relevancia para nuestros antecesores, tanto por la importancia simbólica que implicaba poder adorar y contemplar desde su cumbre al astro rey, en el recorrido que realiza hasta su ocultamiento, como por la ubicación estratégica sobre un terreno absolutamente irregular.
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